La cultura del teletrabajo

Mucho se está hablando al respecto de poder trabajar por fuera de una oficina, conciliar el tiempo laboral y personal y permitir que los funcionarios tengan y se adapten a una flexibilidad horaria. Las instituciones van avanzando en promover esta iniciativa gubernamental, hacen las implementaciones tecnológicas, jurídicas y administrativas necesarias para lograr este modelo de trabajo.  Sin embargo, un esfuerzo mayor debe hacer la sociedad para cambiar la cultura del trabajo.

Estamos acostumbrados desde la infancia a permanecer largas horas por fuera de casa, dedicados casi de lleno a la actividad del momento según la etapa de la vida: colegio, universidad, trabajo. Pensar que pasamos 8 horas o más por fuera y que llegar a la casa para descansar o hacer lo que nos gusta es el modelo en el cual fuimos criados y estamos criando a nuestros hijos. Modelo que dificulta la modalidad del teletrabajo.

No es simplemente el cambio institucional para adaptar un puesto de trabajo y herramientas de teleconferencia a los empleados, es el cambio de mentalidad. Pero todos creen que el cambio es para el teletrabajador, el que se debe a adaptar a hacer un trabajo autónomo, a conciliar su vida familiar y personal, a adaptar su casa como oficina, y descargamos la mayor responsabilidad de cambio a quien se somete a esta modalidad de trabajo.

Sin embargo, aunque esto es importante no es lo único que se necesita para el cambio de modelo, pues la persona que elije esta opción laboral es quien más está comprometida para que todo funcione, el teletrabajador tiene en sus propias metas: rendir, aportar y demostrar que si se puede. Este empleado con seguridad ya tiene incorporado una nueva visión del trabajo siempre y cuando se aventuró a tomarlo como opción.

El cambio que falta y que aún no se plantea es el cambio cultural en las instituciones. Sentir que el teletrabajador está allí sin estarlo, hacerlo partícipe de las decisiones, avances, incluso de los comités sociales es importante para el adecuado ambiente laboral.

Muchas veces el teletrabajador es una figura ajena a todo el equipo de trabajo, alguien quien da resultados pero con quien no hay una sinergia de trabajo. Y es que trabajar por fuera con base en objetivos no implica trabajar sólo.  Si algo motiva los entornos laborales es la constante de aprendizaje que se da en los grupos de trabajo. Y mantener esa constante pese a la no presencia física en un oficina quizás sea uno de los mayores obstáculos para que evolucionemos el modelo laboral.

El teletrabajo no debe ser una disyuntiva entre estar o no estar. Debe ser un estar cuándo sea necesario, un estar en los horarios conciliados y un no estar para aumentar la productividad y eficiencia. No es simplemente trasladar un puesto de trabajo hacia otro lugar, es conformar equipos de trabajo funcionales más allá de la presencia física constante, es fomentar nuevas metodologías para el logro de objetivos, es sentir que nuestro compañero teletrabajador está presente y hacerlo partícipe. A mi modo de ver, ese es el mayor reto, lograr sinergias con o sin coincidencia del lugar de trabajo.